Mostrando entradas con la etiqueta Geografía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Geografía. Mostrar todas las entradas

martes, 21 de diciembre de 2010

La contaminación de las aguas

Por Guillermo Rosés - Dic 2010.
La situación actual de las aguas difiere sensiblemente de la finales del siglo XIX y principios del XX, e incluso de la de hace tan sólo unas décadas, y ello por un motivo principal.
En suma, por la distinta función que el agua desempeña hoy en la sociedad. Si en el pasado, el agua cumplía una función esencialmente productiva, como la que representaba para el riego o como fuerza motriz para moler el grano, o cuando justificó más tarde la construcción de saltos de agua con los que proveer grandes sistemas de regadío, el cambio cultural operado en la actualidad ha trastocado su fin, transformándola hoy en una función eco-social, donde el respeto a la vida de los ecosistemas convive con la protección de los paisajes de la que el agua forma parte.
Es en estos tiempos cuando por encima de la utilidad del agua se impone su recuperación, su salud y la sostenibilidad de los ríos, de sus riberas, de los humedales y de las aguas subterráneas.
Y para incidir en esta nueva preocupación, surgida como consecuencia de los problemas derivados de la actividad humana, cuya solución no tiene una respuesta local, nace un movimiento regulador, en nuestro caso a instancia de la Unión Europea, que persigue luchar contra las amenazas que sobre el agua representan la contaminación, la salinización y la sobreexplotación de las aguas subterráneas. 
La Directiva 2000/60/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de octubre de 2000, a la que se hacía referencia en vídeo dedicado a la contaminación del Ebro, fue transpuesta a nuestro ordenamiento interno mediante el artículo 129 de la Ley 62/2003, de 30 de diciembre, de medidas fiscales, administrativas y del orden social, por el que se procedió a la modificación del texto refundido de la Ley de Aguas, aprobado por Real Decreto Legislativo 1/2001, de 20 de julio.
La reforma más reciente se produjo cuando el Consejo de Ministros aprobó un nuevo real decreto, el RD 1514/2009, de 2 de octubre, mediante el cual se quiso poner freno a la contaminación y el deterioro de las aguas subterráneas, transponiendo de esta forma a la legislación española la Directiva 2006/188/CE, cuyo objetivo era el de prevenir o limitar la contaminación de las aguas subterráneas y establecer los criterios y los procedimientos para evaluar su estado químico.
El principal objetivo del decreto fue el de establecer un procedimiento para evaluar la calidad química de las aguas y fijar los límites de tolerancia máxima, creando además una serie de criterios con los que medir la tendencia del aumento de contaminantes.
Mientras el Ministerio de Medio Ambiente entiende que el vertido es la emisión, directa o indirecta, de contaminantes a las  aguas continentales o al resto del Dominio Público Hidráulico, cualquiera que sea el procedimiento o técnica utilizada, las herramientas de las que hace uso para combatir la contaminación de las aguas son dos: la autorización de los vertidos y la vigilancia y control de las aguas.

El estado actual de la cuestión pone por panto sobre la mesa que estamos en presencia de un cambio cultural de modelo, en el que las Administraciones Públicas han comenzado a intervenir con sus autorizaciones, su normativa de calidad de agua y el uso de su ius puniendi. Sin embargo, las voces críticas de esta transición, como las de los grupos ecologistas, reclaman un ritmo más veloz y una actuación más proactiva por parte de los poderes públicos, que redundaría en la mejora de materias  como la estrecha vigilancia de los residuos ilegales o la exigencia de una calidad técnicamente superior en los procesos de depuración de las aguas residuales.  
 

El cambio climático, ¿existe?

Por Guillermo Rosés -Nov 2010
Si deseamos aproximarnos a la polémica suscitada acerca de un posible cambio climático, necesariamente debemos antes hacer una breve incursión al fenómeno del efecto invernadero.
Los rayos del sol que llegan a la Tierra y que al chocar intentan volver al exterior, son frenados parcialmente por los gases de la atmósfera, circunstancia que produce el calentamiento de la Tierra y permite su habitabilidad por el Hombre. De esos gases, es el agua el gas invernadero que interviene de forma decisiva (98%).
El CO2 desprendido de la quema de los combustibles utilizados por el Hombre, como el petróleo, el carbón o el gas cuya presencia en la atmósfera nadie discute que haya aumentado a lo largo de las últimas décadas, también tiene la propiedad de retener los rayos infrarrojos, por lo que en un plano teórico, la actividad de hombre podría llegar a aumentar por esta vía la temperatura de la Tierra.
Y a partir de esta argumentación brevemente esbozada, en apoyo de la tesis del calentamiento global causado por la intervención humana, el IPCC (International Panel on Climate Change) habla en sus informes de predicciones y escenarios, situando como variables centrales de sus modelos predictivos el CO2 y la evolución de la temperatura, pero dejando de lado otros factores que también pueden influir en el clima.
Para quienes sostienen la evidencia del cambio climático como consecuencia del calentamiento del planeta, surge en paralelo la paradoja del autoengaño de la población en su obstinación por la negación de la realidad, que sólo les hará reaccionar cuando las condiciones climáticas sean extremas.
Desde su perspectiva, las altas temperaturas del Polo Norte causadas por la intervención humana, provocan un enfriamiento tardío de los vientos en altura sobre el océano. Este retraso acumula una cantidad de vapor de agua anormalmente elevada, que produce a su vez lluvias también irregularmente intensas, torrenciales, a las que se suceden periodos de sequía de manera intercalada.
Si bien recientemente los argumentos en defensa de la presencia de un cambio climático artificial han debilitado su contundencia, aunque sólo sea de manera colateral y no directa, como los expuestos por Kerry Emanuel, uno de los autores más habitualmente nombrados al estudiar los efectos del cambio climático, que se desdijo de lo que publicó en 2005 en la revista Nature, donde había atribuido al calentamiento global el evidente aumento de la intensidad de los huracanes a lo largo de los últimos 30 años, los defensores del cambio climática causado por la intervención humana continúan abogando férreamente por la validez científica de su tesis.
Frente a ellos, se alzan otras voces cualificadas argumentando en contra del reconocimiento de la presencia de un cambio climático1, como la del jefe científico del Servicio Meteorológico británico (Met Office),  indicando que “el calentamiento del planeta en el siglo XX sólo es posible atribuirlo a la interferencia humana usando modelos numéricos del clima”, postura crítica que defiende la inexistencia de datos científicos a partir de los cuales pueda establecerse una relación entre la acción humana y el calentamiento global. En otras palabras, negando la validez científica de la tesis del cambio climático preconizado por el IPCC.
En todo caso, no debe olvidarse que la caracterización climática se realiza a partir de la constatación empírica de las temperaturas medias y del registro de las precipitaciones, que son los dos elementos climáticos esenciales, a partir de los cuales pueden ir analizándose otros aspectos como la nubosidad, la insolación, el viento, etc., por lo que la evidencia de un cambio climático no puede en ningún caso basarse en modelos predictivos, sino empíricos.
Por otro lado, sí existe una prueba científica que desdice la validez de la premisa  predictiva del modelo IPCC, y que pone de manifiesto que entre 1900 y 1940 la temperatura de la Tierra no sufrió ningún incremento pese a la liberación de CO2 a la atmósfera como consecuencia del consumo de petróleo; más aún, que entre 1979 y 1997 la temperatura del Planeta, lejos de aumentar, ha descendido ligeramente, lo que aleja el escenario de cataclismos anunciado por los promotores del cambio climático.

Todo ello me inclina a rechazar la teoría que defiende el cambio climático causado por la intervención humana.
Bibliografía:
Geografía - A.Fernández Fernández. Ed.Universitaria Ramón Areces
Antonio Ruiz de Elvira. El Mundo. 21 nov. 2010
Xavier Sala i Martin –El Periódico 8 ene 1999
M.Llamas –Libertad Digital, 30 marzo 2010
_______________
1 Véase en este sentido la petición de cerca de 17.000 científicos promocionada por el Instituto de la Ciencia y la Medicina de Oregón (EE.UU) que puede encontrarse en www.oism.org/pproject