viernes, 7 de enero de 2011

Roosevelt y el 'New Deal'



Roosevelt
y el
‘New Deal’
ó
‘Nuevo Acuerdo’

[En la imagen, Roosevelt en 1913].
Pocos años después de la gran crisis del año 1929, Roosevelt (1882-1945), ganador de las elecciones en 1932, entendió que su política debía centrarse prioritariamente, de una parte, en el restablecimiento de la confianza de los ciudadanos y de otra, en la lucha contra el desempleo, que en el año 1933 alcanzaba a doce millones de personas1.

Para lograr esos objetivos, apostó por la intervención directa de la Administración Pública en la economía, poniendo en marcha su primer New Deal (1933-35), con una serie de medidas drásticas encaminadas al aseguramiento del sistema financiero. Creó lo que hoy conocemos como el fondo de garantía de depósitos y, paralelamente financió con fondos públicos las hipotecas sobre granjas y viviendas de particulares. Estableció asimismo mediante ley diversas limitaciones a la negociación bursátil, con el fin de obstaculizar los fenómenos de especulación y fraude bursátil. Abandonó el patrón oro, decretó la devaluación del dólar y rebajó los tipos de interés.

Junto a ese paquete inicial de medidas, el New Deal hizo frente a fuertes inversiones en obras públicas para la construcción y mantenimiento de infraestructuras, pantanos, centrales eléctricas y vías de comunicación.

Aprobó la concesión de importantes subvenciones para la reducción de cosechas con el propósito de conseguir una elevación de los productos almacenados

Dio empleo a los jóvenes en labores sociales, como en la protección del medio ambiente en parques nacionales, en trabajos de reforestación de bosques, en la vacunación de animales o en la lucha contra las epidemias.

Su política anticíclica se articuló por tanto sobre el creciente protagonismo de lo público sobre la economía. Quizá por ello, fuera sólo relativa la eficacia de sus medidas, pues si bien ayudaron a paliar la situación de miseria en la que se encontraba el país, quedaron huérfanas del impulso paralelo de la iniciativa privada.

A remolque de la fórmula defendida por Roosevelt, el gobierno fue generando un déficit presupuestario anual que se estima cercano al 4% del PIB de los Estados Unidos, según estimaciones señaladas por José Luis Orella Martínez2.

El segundo New Deal fue acometido tras la reelección con la que la política Roosevelt fue respaldada por el electorado, a consecuencia de la cual el presidente reforzó el signo intervencionista de su política. Las ayudas a las familias campesinas y a los afroamericanos revirtieron en votos favorables a su candidatura.

En este segundo mandato, se agudiza el desencuentro entre Roosevelt y las grandes corporaciones, a quienes se responsabiliza del crac del 1929.

Roosevelt autoriza la sindicación libre de los empleados concediéndoles el derecho a la negociación colectiva y a la representación sindical en las fábricas, estableciéndose a raíz de ello una ley de fijación del salario mínimo y de la jornada laboral de 40 horas semanales.

Entretanto, a la oposición de los republicanos se añade el descontento de aquellos demócratas críticos con el favoritismo de Roosevelt hacia determinados colectivos, como los afroamericanos y los trabajadores de la industria.

La alarma sobre el crecimiento continuado del déficit público y los evidentes perjuicios que este hecho ocasiona sobre el crecimiento de la economía, obligó a Roosevelt a recortar los gastos públicos.

Pero la  iniciativa privada no pudo realizar un esfuerzo inversor simultáneo que pudiera llegar a compensar la magnitud de ese recorte, y como consecuencia de ello, el desempleo repuntó, lo que hizo poner en cuestión las bondades de la política intervencionista seguida por el presidente.

Poco después del estallido de la Segunda Guerra Mundial, Roosevelt logró su tercer mandato, en el que decidió reforzar la posición militar de Estados Unidos, aumentando el presupuesto militar para el reforzamiento del ejército y creando empleo para la producción armamentística.

La etapa bélica cerrará en 1944 el largo periodo presidencial de Roosevelt, donde ya cumplió su cuarto mandato, caracterizado asimismo por el intervencionismo del Estado en la economía.

Al término de este extenso período presidencial, sí parece claro que Roosevelt consiguió el objetivo de retornar la confianza a la ciudadanía, salvaguardando de esta forma la estabilidad del sistema capitalista y dejando atrás la miseria rural.

En cuanto al desempleo, sólo pudo paliarlo de forma temporal, si bien en el aspecto laboral, al conseguir desplazar una parcela de poder a los sindicatos, puede decirse, como señala Orella Martínez, que contribuyó a sentar las bases del futuro Estado del bienestar.

Finalmente, merece ser resaltado el esfuerzo pacifista desarrollado por Roosevelt el final de sus días tras su recorrido político del New Deal, con el apoyo que desplegó para la creación de la ONU en su ánimo de encontrar una convivencia internacional pacífica.

Pies de página

1 Fuente: Historia Universal Contemporánea, Javier Paredes (Director), Ariel, 2010. Pág.750 y ss.

2 ‘El New Deal, la recuperación del sueño americano’, por José Luis Orella Martínez. Historia Universal Contemporánea, Javier Paredes (Director), Ariel, 2010.

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