viernes, 4 de febrero de 2011

El encuentro del Cine con la Historia

Recuerdo con añoranza mis días escolares de Cine-forum que, aunque escasos, nos daban la oportunidad de reunirnos en el Salón de Actos del colegio a todos los estudiantes de entre 12 y 17 años para disfrutar en silencio de la proyección de una película, a cuyo término se abría una explicación seguida de un interesante debate.

Una de aquellas películas fue la de ‘El pequeño salvaje’, de Truffaut, que dio pie a la discusión sobre el interés que ya desde el XIX había despertado la problemática de la  socialización de los niños marginados de la sociedad.

[En la imagen, fotograma de ‘El pequeño salvaje’].
Advertí con esa experiencia la considerable ayuda que una buena película de cine podía proporcionar para aproximarnos al estudio de un problema y, en concreto, para retroceder a un acontecimiento acaecido en el pasado.

Ya en edad adulta, otras películas que entroncan con la Historia, como ‘Roma, ciudad abierta’, de Rossellini, o biográficas como ‘Ghandi’ o ‘Enrique VIII’ o ‘Juana la Loca’, han aportado un escenario visual a otro imaginado previamente a través de la lectura, enriqueciéndolo con la ambientación y costumbres de la época y el lugar donde tuvieron lugar los hechos.

No en todos los casos, sin embargo, los acontecimientos considerados relevantes por el guionista cinematográfico se corresponden con la realidad histórica de la que traen causa.

Así, nos encontramos con alguna frecuencia películas que, basadas en excelentes obras que han superado el tamiz de la investigación histórica rigurosa, omiten a conciencia la exactitud de los hechos que pasan a narrar, para dar mayor preponderancia a otros factores, como la relación afectiva entre los personajes, que puedan elevar la rentabilidad del proyecto que encierra la producción de una película.

Aún con ello, el cine es un medio enriquecedor de las fuentes escritas con el que conseguimos mejorar notablemente nuestro entendimiento del pasado, considerando que una buena parte del presupuesto del cine se emplea en poner delante de nuestros ojos ese decorado de la época que tan cercanamente nos aproxima a los acontecimientos vividos por los protagonistas.

Por último, no puedo dejar de mencionar la iniciativa que el Ministerio de Educación ha tenido, a través del programa Kairos de apoyo al profesorado de Historia de los estudiantes de Secundaria y Bachillerato, de poner a disposición de todos, una selección de filmografía distribuida por periodos de la Historia, a la que puede accederse a través del vínculo siguiente:   

http://recursostic.educacion.es/kairos/web/mediateca/cinemateca/historia/historia.html

Asimismo, existe una página web que también puede ser visitada con este mismo propósito:

http://www.cinehistoria.com/

El cine seguirá siendo un vehículo idóneo con el que transmitir la enseñanza de la Historia. Sólo resta esperar que su fin comercial no sacrifique excesivamente la verosimilitud de lo acontecido.


1 comentario:

  1. Es cierto, el cine tiene un gran poder evocador. Por ello películas como Barry Lyndon, o Lutero, aunque incurran en errores históricos, permiten a los historiadores abrir debates sobre grandes procesos históricos, sobre anacronismos, por ejemplo. El cine tiene un gran valor educativo. He tomado nota de algunas películas que recomiendas, Guillermo, muchas gracias...

    Diana Carrió-Invernizzi

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